La Underwood de mi viejo

Luzco orgullosa en mi biblioteca esta hermosa máquina de escribir. La misma con la que mi viejo escribió poesías, cuentos, notas y muchísimas cartas.
Mucho antes de heredarla, heredé de mis padres este oficio prepotente y así me permitió ella, también a mí, escribir mis primeras notas cuando aún no había terminado el secundario.
Pero mi relación con esta máquina comenzó mucho tiempo atrás. Era muy chiquita cuando comencé a jugar a escondidas con sus teclas, encantada de escuchar el sonido.

Hoy, con esa misma fascinación, juega también mi hijo a escondidas de mi mezquina mirada, aunque a veces en un ejercicio de inmensa generosidad se la presto.
Y me detengo a escuchar cómo juega con sus deditos. Ellos 
sienten también el blando tecleo inmejorable que produce un seco y dulce sonido…
El sonido inconfundible de una Underwood.

MFBG

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